COHESIÓN DE DIVERSIDADES E IDENTIDADES PARA LA SUSTENTABILIDAD DEL ESTADO (CODISE):

INTEGRADO POR PERSONAS QUE REPRESENTAMOS EL ABANICO DE DIVERSIDADES POR SER DE DISTINTAS EDADES, ORIENTACIONES SEXUALES, CREDOS RELIGIOSOS, OCUPACIONES, PROFESIONES, RAZAS ÉTNICAS, IDEOLOGÍAS POLÍTICAS Y CLASES ECONÓMICAS.
CODISE REPRESENTA UN MOSAICO INCLUYENTE, PLURAL Y MULTICULTURAL UNIDO BAJO EL OBJETIVO PRINCIPAL DE INCIDIR POLÍTICAMENTE EN FAVOR DE LA DIVERSIDAD ESPECIALMENTE EN GRUPOS VULNERABLES.



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SER JOVEN Y NO SER REVOLUCIONARIO;
ES UNA CONTRADICCIÓN HASTA BIOLÓGICA.
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Salvador Allende

DESPERTE Y TRANSFORME MI SUEÑO EN REALIDAD

Desperté y transformé mi suelo en realidad
Por Rodrigo Rincón Jiménez
Realmente soy un soñador práctico;
mis sueños no son bagatelas en el aire.
Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad
Mahatma Gandhi.
Confieso que no he deseado que todos mis sueños se hagan realidad. Por el contrario, en más de una ocasión he querido que ciertas situaciones de mi vida sean sólo una pesadilla de la cual quiero despertar pero no puedo. Desafortunadamente, me encuentro en un entorno imposible de ignorar. Es por eso que los sueños que me inspiran, me alientan y me motivan, incluso cuando estoy despierto, son los que deseo realizar, los que alegran mi vida y hacen que ésta sea interesante. No comparto del todo la concepción de que los sueños son ideas, deseos, esperanzas y proyectos sin probabilidad de realizarse, sin fundamento; cosas fantasiosas que dan por cierto lo que no lo es.

Hay una frase muy conocida de André Gide, un escritor francés que dice “todas las cosas están ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre”, y la cito por lo siguiente:

Desde el sexenio del presidente José López Portillo (1976-1982), México ha sido testigo de grandes esfuerzos realizados por distintos actores de diversas corrientes e ideologías políticas para lograr refrendar el registro provisional de un partido allende de negociaciones poco claras.

Intentos que fueron posibles debido a las reformas electorales, que fueron fuentes para democratizar la sociedad y que se hicieron realidad por el impulso del entonces Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heróles en el año de 1977. En ese impresionante paso se aplicaron cuatro herramientas para el proceso de innumerables acontecimientos en nuestro país. La primera de ellas fue la utilización de los recursos humanos, entendidos como el grupo de intelectuales, académicos, activistas y empresarios generadores de grandes ideas y proyectos; en segundo lugar, los recursos económicos, es decir la “inversión monetaria”, grandes cantidades de dinero necesarias para movilizar toda una estructura mínima para cumplir requisitos de forma y fondo; como tercera, los recursos materiales incluidos el conjunto de marco jurídico necesario; y la cuarta, el recurso obligado: las y los ciudadanos comunes mayores de 18 años con su pase mágico denominado credencial para votar con fotografía. Recursos importantes, necesarios e indispensables cada uno en su espacio y en su momento. Pero aún con todo, eso no fue suficiente para que grupos emergentes consiguieran su permanencia en el escenario político. Recordemos que en México han desaparecido cerca de 19 partidos políticos, de los cuales destacaron enormemente el partido Popular Socialista (PPS) fundado en 1948 por el Maestro Vicente Lombardo Toledano, quien se inspiro en la filosofía del materialismo dialéctico; le siguieron el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) fundado por ex militantes del histórico Partido Comunista Mexicano (1919-1981) de tendencia marxista-leninista el cual únicamente fue legal a partir de 1979; otro desaparecido fue el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) existido de 1981 a 1987 y dirigido por Arnoldo Martínez Verdugo. Con ideologías similares, se extinguieron recientemente: Fuerza Ciudadana (2002-2003), Democracia Social (1999-2000) y México Posible (2002-2003).


De acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (artículo 41,
fracción I):
Los partidos políticos son entidades de interés público que tienen como fin promover la participación del
pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo. Sólo los ciudadanos podrán afiliarse libre e individualmente a los partidos políticos.

Bajo esa definición, un día soñé con un partido que fuera una institución humilde, de compañerismo, de ciudadanías fortalecidas, de dirigentes capaces y organizados, de integrantes aguerridos, de grupos unidos, sin división de clases sociales y con jóvenes como su principal motor de impulso; haciendo equipo al lado de personas de gran respeto y admiración por su espíritu de lucha, su trayectoria y sus logros. Soñé con ese espacio honesto el cual no se doblega a pesar de ser tentado por la ambición económica, por intereses egoístas y mal intencionados: por lo contrario, soñé un lugar dominado por una dirigencia honesta, íntegra, inteligente, humana y consciente; con un liderazgo que enfrenta circunstancias difíciles sin doblegarse ante nada ni nadie; abandera temas y propuestas olvidadas por los partidos tradicionales y saca a la luz temas urgentes y polémicos en los que el tabú, la doble moral, el doble discurso y la protección de intereses de cotos de poder en muchas ocasiones han oscurecido. Y es que en la lucha encarnizada por el poder, en una carrera sin medida por ocupar cargos públicos y satisfacer necesidades individuales, se dejan a un lado las causas sociales y se olvidan de las y los ciudadanos comunes, ignorando el fin y motivo de ser de un partido político. Reitero, esto representa parte de aquel sueño porque para personas nacidas fuera del ambiente político, sin padrinos mágicos, ni apellidos rimbombantes, entes que únicamente cuentan con su ímpetu, preparación, capacidad y ganas de colaborar, no es fácil conseguir un espacio directo de participación donde puedan expresarse, ser escuchados, dirijan y formen parte de la toma de decisiones. Aún cuando hayan sido pieza importante de la construcción del partido, en el entendido de que para lograr esa inclusión es indispensable haber sido base de su cimentación ya sea como militante o simpatizante congruente entre su ideología política y la del partido.

En aquel sueño observé a una entidad con estructura nacional que dejó de ver como extraños y chiquitos a quienes viven fuera de la ciudad centralizadora, la llamada “ciudad de la esperanza”. Una institución donde sus actos no fomentan la división ni la indiferencia en todas sus formas; no se conforma con rendir cuentas y ser transparente, sino que es consciente en el ejercicio de sus recursos. Ese organismo, me di cuenta, no enfoca sus esfuerzos solamente hacia sectores específicos del país, por el contrario, ofrece a la sociedad en su conjunto la gama de propuestas, proyectos y posibilidades alcanzables. Además, trabaja constantemente en la promoción política para aumentar cada día el número de sus afiliadas y afiliados convencidos, forma cuadros en áreas específicas que funcionan como imán ante el acero en la recopilación de propuestas de candidaturas y evita así el invento de perfiles espontáneos como relleno de espacios en solicitudes de registro a puestos de elección popular. Cuenta también con un comité consultivo nacional de jóvenes que aporta ideas no amañadas, frescas e ingenuas en su sentido natural que las y los distingue y motiva a enriquecer las decisiones de los dirigentes nacionales. No era un partido electorero porque entre sus metas se encontraba cambiar la idea y la manera de ver la democracia: ya no como simple concepto de votar y ser votado. En él, no se ofrecen espacios de dirección por compromisos e intereses personales máxime si son ofertados a personalidades ajenas al partido.
Lo más llamativo que soñé era que el partido tenía un ambiente fresco, ameno y divertido. Ese lugar podía convertirse en punto de reunión entre amigos jóvenes que invitaban al análisis y el debate; capacitan y hacen ver que en sus normas y en sus estructuras hay mecanismos reales de avance y garantía del cumplimiento de lo que se promete. Entre sus objetivos estaba generar una sociedad civil organizada para que exigir, reclamar y hacer valer sus intereses legítimos mediante el respeto y ejercicio de sus derechos como el de la información, la libertad de expresión y la libre asociación. Lo anterior sin representar un grupo de interés, más bien intentaba demostrar con sus actos que esta para el bien público y el servicio desinteresado; ayuda a la sociedad respecto a sus derechos y las maneras en que los pueden hacer valer; sus liderazgos son dignos y respetuosos porque defienden los temas y propuestas sin titubeos ante cualquier panorama que se presente. Por último, antes de desertar, vislumbre que se regía bajo los principios de la legalidad, imparcialidad, objetividad y equidad.

Así es el partido de mis sueños –como los planetas que giran alrededor del sol, como el agua de los ríos, como las manecillas de un reloj, como los triunfadores de la vida, como los ganadores de medallas, como los corazones que alegran– siempre estará en movimiento, transformándose.. La realización de los sueños de muchas y muchos que como yo deseamos un verdadero cambio democrático que permita a las presentes y futuras generaciones incidir políticamente de tal manera que ni la ambición protagónica, ni la burocracia, ni las relaciones de palanca y filtros humanos impidan aterrizarlas en la vida cotidiana para el ejercicio de la participación real, se ha concretado en lo que surgió como un grupo político incluyente y diverso llamado Alternativa Socialdemócrata y Campesina; el cual tiene una particularidad que le da una enorme diferencia: haber logrado refrendar su registro provisional de partido. Él sí lo consiguió, mucho de lo que observé en aquel sueño se ha logrado, otra parte se está llevando a cabo y el resto estoy seguro, no tardará en llegar con mi participación dentro de Alternativa. Muchas veces me dejo llevar por mi convicción y mis ideales, pero ayer me nací en una realidad crítica, opuesta, marginal y amafiada, empero todos los días lucho por ser mejor persona, por ser un hombre de causas, servicio y de trabajo; es por eso que hoy me considero partícipe de este espacio y de esta etapa de transición, porque coincido con el pensamiento de Mahatma Gandhi cuando dice que hay que ser un soñador práctico. Yo soy así, sé que no sólo es una utopía más, es el resultado de la consolidación de ciudadanías que moverán nuestro país y lo trasformarán ahora que he despertado por siempre en el México de mis sueños.